El diseñador Jesús Segado abre las puertas de su hogar, desde el que se asoma a un pedacito de Mediterráneo. Un particular museo de afectos y admiraciones, reflejo de su rica personalidad creadora
Vivir rodeado de arte no es una opción sino una necesidad cuando se tiene mirada de artista. Es el caso del modisto malagueño Jesús Segado, cuyo hogar es un pequeño museo con su particular colección de obras de diverso carácter. Las pinturas son las absolutas protagonistas de un espacio que es a la vez clásico y sobrio, por cuanto el peso de los cuadros se ve equilibrado por la ausencia de artículos decorativos innecesarios. Las reglas de la proporción y la armonía imponen su ley en este piso asomado a La Malagueta, cuyo baluarte primero es la inmensa luz que mana de sus ventanales.
El hall es un avance de lo que encontraremos en el interior. Una consola Luis XV y una obra de gran formato con unas particulares Meninas reinterpretadas a la malagueña son los dos de los elementos decorativos de primer orden que imprimen carácter y definen el estilo de este hogar. El conjunto se completa con un par de antiguos bocetos del creador, de líneas curvas y limpias, que aportan un toque de modernidad al conjunto.
Segado confiesa tímidamente que unas de sus aficiones cuando suelta la aguja es pintar, aunque a duras penas se atreve a mostrar sus producciones. Sus escenas remiten a paisajes de la tierra, vestidos de todo el color de una paleta andaluza rebosante de vida. Ambientes serenos que también cuelgan en el salón, junto a obras de artistas como Paco Hernández, Pepe Roca, Santiago Fernández Araguez, Hidalgo y otros.
Predominan los motivos dieciochescos renovados, los cuales comparten espacio con una magnífica escultura de tema religioso Guillermo López y algunas piezas de Casamayor. El diseñador asegura que la colección se ha forjado de forma natural a lo largo de casi dos décadas. “No me gusta lo ostentoso, voy comprando las piezas que la casa me va pidiendo poco a poco”.
En la zona de estar, un sofá rojo pone la nota de color en un entorno más austero y contrasta con el retrato de una religiosa que reposa sobre una mesa auxiliar en la que Jesús guarda alguno de sus tesoros de melómano. La pincelada de estilo proviene de dos jarrones, uno de la firma Versace y otro vintage adquirido en el barrio de Salamanca de Madrid. De los mismos tonos es la tapicería del sillón floreado que preside el ambiente. Se trata de la pieza más importante de la casa, a tenor de las sensaciones que despierta en el artista, pues es el lugar donde se sienta a reposar sus ideas mientras contempla la pintura que le brinda la vista de la playa de La Malagueta.
“Este es, sin dudarlo, mi rincón favorito, la inmensidad del mar tiene algo que te cautiva y te deja en una especie de hipnosis”, afirma. De hecho, desde el balcón y la terraza contigua se puede contemplar la bahía malagueña desde El Palo hasta Huelin, una instantánea que el modisto suele inmortalizar muchas mañanas “por su enorme belleza”.
Desde el salón se accede también a estudio de la casa, donde una reproducción de la célebre Gioconda de Da Vinci vigila un escritorio, una zona de estar y unos armarios que reservan el verdadero tesoro de la casa: la colección de libros de moda de Jesús, donde no faltan sus admirados Balenciaga, Fortuna o Pertegaz. Ejemplares recopilados en decenas de viajes, algunos imposibles de encontrar hoy en día.
Asegura que se pasa horas revisándolos, a sabiendas de que para innovar “hay que conocer y respetar el pasado”. Cuando habla de su trabajo aflora su universo infantil de inquietudes perpetuas y miradas ansiosas: “Ya estoy trabajando en la colección que presentará en la Pasarela Larios de este año y que llevará por título Miscelánea”.
Así podría titularse también la composición de obras que luce el dormitorio del artista, una fusión de estilos, épocas y autores que, sin embargo, guardan entre sí una relación personal profunda. Con vistas al mar también, los muebles ceden la atención a piezas artísticas que van desde unos coquetos caballos de madera (motivo que también se repite en otras estancias) hasta un Niño Jesús antiguo hacia el que le une un cariño especial.
Recuerdos de vivencias, estampas de su pasión por las distintas manifestaciones artísticas, serenidad y carácter componen un estilo único personal denominado Jesús Segado.